Estos últimos días han sido muy movidos en cuanto a las noticias de la diáspora venezolana que ya llega a catalogarse de éxodo masivo propio de situaciones bélicas y de hambrunas que lamentablemente otras sociedades han padecido y aún padecen. Huida masiva de quienes deben poner toda una vida en un par de maletas y enfrentarse a un camino que incluso pone en riesgo sus vidas.
Las noticias llegan sobre la xenofobia con que los habitantes de los múltiples destinos llegan a recibir a los venezolanos que padecen ese amargo transitar, rechazo que muchas veces puede extenderse durante toda la permanencia en nuevas tierras, lo que a veces obliga a renunciar a la propia identidad originaria para hacerse camino en esta prueba de vida, identidad que siquiera es muy distinta, ya que casi todos los destinos de los venezolanos suelen estar enmarcados en un mismo bloque cultural e idiomático, a diferencia de como ocurre en otro tipo de situaciones de éxodos y de la condición de refugiados.
La situación ha legado a tan graves condiciones que si bien algunos sectores pudieran considerar que técnicamente los que huyen de Venezuela no poseen el carácter de refugiados conforme los estándares de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, ya que ello de alguna manera involucra el pronunciamiento del propio Estado, de facto, los venezolanos padecemos una situación propia de aquellos países en situación de guerra, sea que se fuera del país, en tránsito de hacerlo o quienes estamos aquí. La falta de medicamentos y alimentos, de servicios de salud, de energía, de agua corriente, de telecomunicaciones y transporte, y de dinero, en efecto hace la situación de verdadera crisis humanitaria fáctica sin necesidad de su oficial declaratoria.
Los efectos en la región tan gravosas que incluso los poderes públicos de los países de la región suscitan entre ellos amplias discusiones sobre el impacto social, de salud, económico, seguridad ciudadana y jurídico del fenómeno, siendo cada vez más recurrentes las noticias que hacen referencia a sentimientos de xenofobia, pero ¿es realmente xenofobia? ¿es ese rechazo que podríamos recibir los venezolanos verdaderamente fundadas en razón a la nacionalidad? ¿a la raza?, yo creo, yo se que no es así, ya que en todos aquellos mismo lugares, venezolanos llegan y se hacen camino con mayor facilidad, incluso en comunidades culturalmente muchos más diferentes.
Ante esta situación de fobia que pueden sentir los habitantes de un lugar frente a los nuevos llegados, lo que puede ocurrir en todo el orbe, fue analizado por la filosofo Adela Cortina concluyendo que lejos de estar ante una xenofobia, estamos es ante lo que denomina “APOROFOBIA”, esto es como dispone en el libro de su autoría “Aporofobia, El rechazo al pobre: Un desafío para la sociedad democrática” (Video1) (Video2).
No es objeto de estas lineas someter a examen el reciente libros (2017) pero sí que la idea y propuesta llama la atención, ya que basta una mirada general de la situación para comprender que el rechazo que puede tenerse ante este fenómeno no tiene un verdadero sentimiento anti venezolano,, por el contrario, puede entreverse la compresión general de la región por la situación que padecemos desde hace 20 años.
También es necesario señalar que reducir esas situaciones al rechazo al pobre pudiera resultar en una simple banalización y simplismo, porque de no ser analizado en su debido contexto puede generar que nunca cese la cantidad de pobres que atender y por más que haya solidaridad y ayuda, lo efectos sociales de los países receptores si podrán ser negativos, lo que generará mayores rechazos de la propia comunidad.
El problema de descontextualizar las cosas es que simplemente se está atendiendo a las causas de un fenómeno mayor y no sus consecuencias; veamos; ¿por qué no hay casos conocidos de venezolanos migrando a Bolivia o a Cuba? No será porque los venezolanos saben de lo que están huyendo y ven identificados estos países con Venezuela? No será que los ciudadanos de aquellos países en los que se pueden dar esos eventos que se califican de “xenofobia” que ya podríamos tratar de ver si mas bien son de “aporofobia”, lo que no quieren es empobrecerse, especialmente si en tiempos pasados transitaron difíciles momentos, luego con mucho esfuerzo y sacrificio han podido echar hacia adelante, para que vengan otros a “aprovecharse” de su situación.
Lo antes sugerido no deja de ser un complejo señalamiento que no ser tratado en estas pocas lineas, tampoco quiere insinuarse que ello es una verdad, pero a pesar de que no he tenido aún acceso a la obra de la filosofo española, creo que de su propuesta pueden derivarse otras reflexiones como de si adicionalmente a la idea del rechazo al pobre, se está ante un rechazo a la pobreza, lo cual es totalmente legítimo y genuino,, más bien deseable y aspirable, y de allí a otros pensamiento mucho más elaborados como que más allá de atender a la situación de los inmigrantes y refugiados como efectos, atendamos sus causas, lo que no es muy difícil de detectar, los regímenes que causa pobreza y desolación, y es que la única manera de acabar con la pobreza no es otra que la de generando riqueza y ello no ocurre si no hay libertad. Venezuela desde hace 2 décadas se ha erigido en una fábrica de miseria, miseria inducida a la que todos debemos tenerlos temor y hemos de adversar, el país se ha convertido en un exportador de pobres, ergo… son evidentes las causas y los correctivos necesarios, recuperar la libertad y generar riqueza.
Sin descuidar la debida atención de los refugiados de facto, como efecto, ya que sigue el miedo de llamar las cosas por su nombre, es necesario empezar a atender las causas, y ello se inicia generando un diagnostico lo más preciso posible y ello se hace usando las expresiones adecuadas, por lo que bien algunos sectores consideran necesario insistir en la recuperación del lenguaje y términos apropiados no vaya a ser que terminen siendo vaciados de contenido como ha ocurrido con expresiones como las de expropiación, paz, justicia, derecho, constitución, soberanía, patria, ciudadanía y su desatención por parte de quien ha de garantizarla, convirtiéndonos a todos en apátridas, generando un estado total de apatridia.
Fotografia tomada de : https://www.google.co.ve/url?sa=i&rct=j&q=&esrc=s&source=images&cd=&ved=2ahUKEwi17IvP7Y3dAhUwxVkKHZwYAskQjRx6BAgBEAU&url=http%3A%2F%2Frevistazeta.net%2F2018%2F07%2F09%2Fla-diaspora-beneficia-maduro%2F&psig=AOvVaw0gy-oJ8NUgwVlcHE0TlMhR&ust=1535479930065250
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