Como ejercicio propio de las reflexiones de fines de año y está vez de fin de década, la mente me hizo una extraña jugada y me llevó a elucubrar sobre la situación de la corrupción en Venezuela, invitándome a hacer un mental recuento y una evaluación muy personal, algo así como si se tuviese que exponer ante una asamblea general sobre la corrupción y se nos encomienda la formulación de los rasgos distintivos de nuestro país.
¿Qué les parece a ustedes? ¿Qué situaciones se les ocurre? ¿Cómo elaborarías tú esa presentación?
Automáticamente viene a mi mente el 30/12/1999 día en que se «aprobase» y publicase la constitución de la república bolivariana de Venezuela, el más elaborado producto del golpe de estado del 02/02/1999, lo que ocurrió en medio de un de las peores tragedias que han azotado al país, algo que hoy podríamos creer que era una clara señal de que la propia naturaleza estaba en contra de tanta impostura, además de un presagio de lo que vendría, miseria y destrucción.
Un aspecto importante a considerar el referiremos sobre la corrupción en la otrora referida tierra de gracia es que nunca antes podía señalarse que abarcarse no solo el ámbito nacional, estadal y municipal, ya que esta particular clase de corrupción del siglo xxi es que opera desde contextos digitales y el ciberespacio hasta la intimidad del pensamiento de los ciudadanos, ya incluso aquellos que creen haber logrado escapar del país, bien por haber anticipado la vocación totalitaria en sus primeros momentos, o ya luego de removidas todas las caretas con las que pretendía cubrir su cara despótica, tarde o temprano deben caer en prácticas de extorsión para lograr una certificación y apostilladle una partida de nacimiento, registros académicos, sentencia de divorcio o la simple renovación de pasaporte
Y es que si bien cuando nos referimos a la corrupción solemos entenderla en su manifestación patrimonial en cuanto a la conocida dimensión de sacar cualquier provecho dinerario o económico por mínimo que resulte, aunque sea «pa los frescos» o de casos en los que se usan fondos de empresas tan prósperas mundialmente como lo que un día fue la estatal petrolera como un fondo de gastos personales sin rendir cuenta alguna pero también es corrupción hacerse de favores, prebendas o cualquier beneficio, así como de eximirse de cualquier obligación o responsabilidad valiéndose de influencias, contactos o cualquier otra forma que no necesariamente conlleve el pago de sumas de dinero o recíproco «favorcito», sino que estamos ante la peor de las corrupciones de todas, las más difícil de superar, la de la quiebra la dignidad de los pueblos, la que acaba con los más elementales principios con que debe contar una sociedad, la que corrompe el alma y ataca a la esperanza.
Hago memoria y vienen a mi mente hoy innumerables situaciones para formular breves reflexiones, pienso en el control de cambio, cupos de internet y de viajero, raspa cupos, los bachaqueros, importaciones fantasmas, expropiaciones, corrupción judicial, el expediente desaparecido, el juez que fija el vienes en la tarde para el lunes en la mañana para declarar un recursos desistido, la idea de jurisdicción normativa, leyes habilitantes, decretos de emergencia, constituyente, legislación mediante resoluciones, providencias y circulares, asamblea nacional, oposición, Cúcuta, puente, concierto, ayuda humanitaria, cruz roja venezolana, obras públicas, acueductos, recolección de basura, gas natural, registros y notarías, pasaportes, apostillas, legalizaciones, impuestos, intervenciones bancarias y casas de bolsa, recuperación de tierras, el de la franela roja con pistola en el cinto tomando fincas, colas en gasolineras, aeronaves declaradas abandonadas, peajes y alcabalas, empresas básicas, hierro, aluminio, “exprópiese”, sector turismo, medio ambiente, Los Roques, Territorio Insular Miranda, Esequibo, permisos de viajes de menores, concursos de oposición para la magistratura, elecciones, referéndum, revocatorio, enmienda, reelección, CNE, SmartMatic, ocho estrellas, escudo nacional, huso horario, precios justos, juguetes, electrodomésticos, conciertos, cemento, bodegones, patentes, banca y seguros, vías férreas, agricultura, ganadería, café, centrales azucareros, viviendas, arrendamientos inmobiliarios, caso Micabu, industria y comercio, bomberos, policía, cárceles, seguridad ciudadana, seguridad de estado, drones, fábrica de armas, torturas, supuestos suicidios, desapariciones forzosas, canje de rehenes, refinerías, explosiones, salud, hospitales, medicinas, vacunas, ferris, tanqueros, pesca, medio ambiente, arco minero, oro, petróleo, coltán, telecomunicaciones, internet, puentes, viaductos, vehículo Tiuna, cinco motores, trochas, aerolíneas, Viasa, Conviasa, derechos humanos, denuncia Convención Americana, falta de efectivo, cono monetario, devaluación, hiperinflación, reconversión monetaria, puntos de venta, KYC, AML, criptomonedas, superintendencia, banco central, bitcoin, mineros, clap, petro… entre otros, pero me atrevo a afirmar que la enumeración anterior es sólo una ínfima parte de los temas vinculados con la corrupción en Venezuela, así como estoy totalmente seguro que con la lectura de este breve muestrario otros casos habrán sido recordados.
No menos que indignación puede causar ser testigos y víctimas directas de la destrucción de un país y observar como a 20 años, se pretenda seguir carcomiendo y destruyendo los restos de los que una vez fue una sociedad próspera, ejemplo no solo de la región sino del mundo. Duele decirlo, pero si de verdad queremos salir del foso del que estamos, recuperar el país que amamos, debemos ser responsables y sinceros, y dejar de vivir en ilusiones y utopías, las mismas que nos trajeron al abismo en el que hoy nos encontramos, Venezuela no es el mejor país del mundo, no lo ha sido, y no debe importarnos serlo, es más, no es siquiera mejor que sí misma hace dos años, cinco, diez, y por supuesto no es siquiera la sombra de lo que era hace veinte exactos años, esa Venezuela no está, no existe, a pesar de cualquier cantidad de que cancioncitas emotivas ridículas nos pongan con mensajes disque de unión, paz y patria, que no han servido más que igual que con otros engañarnos propios de los regímenes absolutistas de vaciar de contenido nuestra genuina venezolanidad y transformarla en un vil venezolanaje, dejando solo un hueco en el mapa donde quedaba Venezuela y sus ciudadanos conviviendo ahora ocupada por zombis de miradas vacías atentos de cualquier dádiva, cuando no están comiendo basura, y muriendo en las calles al lado de “bodegones” con exquisiteces que días antes solo podían verse en canales de televisión especializados en alta cocina, o de grandes fiestas en las alturas recordando tiempos de la también dictadora de mediados del siglo xx, es esa la peor corrupción de todas, las del ciudadano que se entregó, el que silencia lo que ocurre y se justifica diciendo que debe sobrevivir, el que ve a quienes aún se resisten en bajar la cabeza y lejos de sentirse identificados les comentan que nada se va a lograr, que están esperando que sea alguien más el que arregle el asunto, creyendo que yendo a marchas y concentraciones son la vía y por aún son suficientes para recuperar al país, si es que algo se puede recuperar.
Siendo tan extensa, innumerable, prácticamente infinita la lista de hechos y reflexiones relacionados con la corrupción en Venezuela que conforma ya un gran sistema en el que comparten agentes activos y pasivos, voluntarios e involuntarios, muy a mi pesar tuve que concluir que no existe ni un solo ámbito relacionado con el contexto venezolano que no se haya visto afectado por el flagelo de la corrupción, en cualquier de sus formas, lo único que se ha respetado ante un cuadro de corrupción generalizada en Venezuela es que aún la escribimos con “V” en mayúscula y con “s”, a pesar de que no es ni una ínfima parte de los que debe ser un país y menos aún de lo que un día fue antes de su destrucción.
Hoy a 20 años exactos de la publicación de la “constitución” aunque nos duela afirmarlo debemos hacerlo, ya Venezuela no está. Venezuela murió, el venezolanaje la mató, pero como nada es absoluto, y ello si bien no ocurre con la vida de las personas si pasa con la de los países, puede perfectamente resurgir una nueva Venezuela y que sea producto de una genuina venezolanidad, pero para ello necesario es que previamente sepamos deslastrarnos de las imposturas que nos trajeron a esta paupérrima situación y eso inicia con una actitud personal e individual, nadie podrá hacerlo por nosotros y un inicio de nuevo año de nueva década como lo será el inicio del 2020 es una oportunidad ideal para ello, no la desperdiciemos.
Bienvenido 2020
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