Sube el telón, a lo largo de la obra se escuchan frases como:
«Patria, socialismo o muerte»: aplausos desenfrenados.
«No importa que no tengamos ni para comer… Pero tenemos patria» vítores de pié.
«Ch… vive» respuesta colectiva: «la patria sigue»
«El show debe continuar» frase proferida con la escena de fondo de fuego, miseria y desolación.
Y así esta obra lleva poco más de dos décadas, y muchos se preguntan:
¿Cómo puede haber aún seguidores que aplauden en la actualidad situación de miseria y terror que pese a las más exóticas explicaciones la más sensata y acertada respuesta es que el socialismo del siglo XXI y la llamada revolución bolivariana son las únicas causantes de estado de destrucción de lo que una vez fue un país?
En veinte años y un poco más son innumerables las escenas y episodios de esta tragedia en que ha devenido está obra.
Solo para mencionar algunos de los capítulos, las expropiaciones, los motores del plan de la patria, control de cambio en sus distintas fases, la enmienda y reforma constitucional, los pretendidos procesos constituyentes que no han sido otra cosa que materiales actuaciones contra el estado de derecho con velo de legitimidad, tanto la de 1999 como la de 2017 , la destrucción del aparato productivo, en envilecimiento de la moneda nacional, desarticulación de la división política territorial, ilusoria separación de poderes que por el contrario son utilizados como instrumento unitario para la opresión, y así, no cientos, ni miles, son millones la vulneraciones, ya que no existe un solo venezolano que no haya sido objeto de expolio, y no en su esfera patrimonial, sino en su dimensión personal, la dignidad.
Pero sobre esto no es lo que trataremos, lo que además ameritaría muchas líneas ante las infinitas violaciones, es sobre esos aduladores, los descerebrados, esas focas que aplauden ciegamente las obras de miseria y cutrez espiritual, a los zombis de alma.
Resulta que existe más que una expresión, un oficio o actividad que bien nos ayuda a entender esa vital función del espectáculo. El «claque», que como nos refiere una fugaz búsqueda en internet, Wikipedia nos señala que el claque, clá o clave, proviene del francés «claque» o «bofetada» y que consiste en el grupo de individuos pagados para aplaudir incondicionalmente en los espectáculos, a quienes no necesariamente se les pagaba sino que simplemente se les permitía asistir a las funciones de manera gratuita.
Si bien esa actividad con el antecedente del galicismo nos evoca las grandes salas y teatros franceses, esa tradición de contratar aduladores de oficio se remonta a tiempos remotos como el de Nerón y que refiriese nuestra fuente en Internet, también la hayamos en otros tiempos y espectáculos, como en la quema de la biblioteca de Alejandría, y lo peor, no solo de entretenimiento sino como el caso que hoy nos ocupa como la destrucción de una nación y el claque de la miseria, y el peor grupo de ellos, los disfrazados de verde, continúan con su inmoral y genuflexa ovación, para quienes está dispuesto llegado sus últimos días segundo recinto del octavo círculo del infierno, reservado para los aduladores.
Resulta curioso que en idioma inglés, cuando se desea escribir el sonido de un aplauso ello se hace usando la inscripción «clap», pero sin que en modo alguno sea necesario incurrir en un anglicismo, en el caso voy para identificar a los claque o claqueros de la miseria como lo son el del régimen del socialismo del siglo XXI y de la llamada revolución bolivariana, es perfectamente aplicable la de «claperos» de este circo en que se ha convertido lo que una vez fue un país.