El «papelito» en la justicia y la transformación digital. (Una historia real)

por | Oct 27, 2022 | Actualidad

Luego de mucho tiempo sin visitar la sede del tribunal supremo de justicia, tuve que ir para una actuación muy puntual a la sala constitucional, visita en la que me ocurrió algo que quiero relatar.

He de mencionar que sentí mucha nostalgia al recordar esa otrora sensación de magnanimidad de la edificación, tanto arquitectónica como en su espíritu, alma que hoy pareciera más bien una suerte de fantasma, ello no obstante a la excesiva decoración navideña, la cual más que pensar que es inapropiada o no, excesiva o sobrecargada, temas de los que podríamos opinar a favor o en contra por horas, sino más bien intempestiva, ya que estando en el mes de octubre, más especialmente el día 25 (el día que asistí), si la intención es la de decoración temática, más apropiada, congruente y tempestiva hubiese sido la de Halloween o del día de los muertos, digo por la cercanía a esa esas fechas.

Luego de superados unos recientemente implementados protocolos para el ingreso a la edificación y algunos detalles de la edificación, de los que me ahorraré comentar aunque sí diré que la atención fue agradable y me fue muy grato saludar a excelentes funcionarios judiciales que hacía tiempo no veía, llegada a la antesala de la Secretaría donde se consignan los escritos, procedí a ejecutar una práctica impuesta como requisito para ingresar y que en modo comparto y que desconozco los motivos y antecedentes de su implementación, además de que la considero una muestra más de la negación de progreso y adulación de la función judicial en materia de  transformación digital, lo cual consistió en que no se puede ingresar a la sección de taquillas de recepción de documentos con «teléfonos celulares», los cuales deben ser entregados a la entrada a un funcionario que procedía a fijar una banda elástica con un número para luego ponerlo en la gaveta superior izquierda del escritorio dispuesto para la misión encomendada a este funcionario quien entregaba como constancia de consignación del teléfono un ticket o papelito que evidentemente se entiende que para poder identificar el aparato consignado, se utiliza para retirar el mismo luego de finalizada la tarea que haya de ejecutar en la secretaría.

Quien haya podido hacer un mediano seguimiento de algunas de las áreas de investigación a las que le he dedicado algunos trabajos y vídeos está el de la tecnología aplicada a los procesos judiciales y más especialmente el tema del expediente judicial digital y su relación con múltiple instituciones procesales, llegando a la personal conclusión luego de observar y analizar el tratamiento en procesos judiciales virtuales, su «digitalización», el «despacho» virtual, y otra gran cantidad de inventos, que estamos ante un magnífico ejemplo de la negación de la transformación digital, ello con tan grado de gravedad que tendría incidencia en el derecho al acceso a la justicia y a la tutela judicial efectiva.

Pues allí me hallaba yo, entrando a la secretaría de un juzgado despojado de un instrumento de trabajo como lo es hoy el teléfono celular,  más técnicamente un terminal, en el que se encuentran asentados los datos de causas y expedientes, seguimiento de escritos, lapsos, clientes, acceso a plataformas de gestión judicial, ejemplar de recaudos consignados en diferentes causas, tanto en curso, pasadas y potenciales; es más, les digo, yo actualmente no uso agenda de papel y casi no uso bolígrafo.

Simplemente por alguna no solo desconocida, y seguramente inverosímil razón, a alguien se le ocurrió esa medida, pero en fin, como solo tenía que asistir a unas personas en el presentación de un escrito, lo que en principio no tardaría mucho tiempo, preferí, pese a que la tentación era grande, no preguntar la justificación de esa práctica, además anticipaba una típica perorata propia del siglo 21.

Imagínate pues desprovisto del instrumento desde el que ahora estoy escribiendo estas líneas, esperando que el funcionario que recibiera el escrito contara uno a uno los cientos de folios de anexo, identificara a las personas que aparecen en el escrito y los abogados asistentes, quienes además debimos todos firmar, indicar número de cédula, datos como abogados y número de teléfono.

Durante todo el tiempo que estuvimos sentados en las mesas contiguas a la ventanilla de recepción del documento mientras el paciente funcionario ejecutaba su misión y esperábamos la confirmación de la superación de la verificación de los requisitos fácticos para cumplir con la entrega del escrito pasaban por mi mente todas y cada una de las charlas, ensayos, programas, congresos, investigaciones y demás en los que había participado sobre firmas electrónicas, gestión documental, seguridad de archivos electrónicos, certificación de identidad digital, sistemas y procesos documentales, diplomática y archivística digital y tantos otros que han servido para exponer sobre «transformación digital y el expediente judicial digital»…  vaya tarea… repentinamente me vino a la mente una canción… a ver amigo lector imagina una…

Por fin… nos llamaron, solo quedaba firmar el libro de presentación de escritos, se hizo lo propio, revisé el reloj para verificar el tiempo invertido en ir al tribunal a presentar un escrito que con una plataforma de gestión documental y expedientes digital no hubiera tardado más de 2 minutos y en línea (No me lo contaron, he tenido la oportunidad de hacerlo en casos esenciales), transcurrieron poco más de dos horas.

Saludos y despedidas… ¿Y el papelito para retirar el teléfono? ¿Pues a quien creen que se le perdió? ¿Quién lo botó? pues yo.

Me hubiera gustado ver mi propia expresión mientras exponía al funcionario que con tanto celo y esmero llevaba el perfecto orden de los teléfonos recibidos y entregados cuando simplemente le dije que no tenía el papelito para retirarlo, y luego yo escuchar sobre la gravedad de haberlo extraviado y la gran responsabilidad que el extravío del comprobante de consignación del teléfono…

Dejémoslo hasta aquí…

… y es que «es muy duro pasar el Niagara en bicicleta».

P.D. Por cierto el papelito era el número 20, por si alguien lo encuentra…

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